Mi odio hacia Izaya ha llegado a un punto, en el que, lo único que hago es pensar en él, ¿Qué
día de estos aparecerá frente a mi con esa molesta cara mostrando una sonrisa despreocupada?
Me pregunto constantemente. Aborrezco esa tonta sonrisa, estúpida y burlona. Si en este
momento lo tuviese delante mío, me encantaría, tener su delgado cuello entre mis manos y
estrangularlo, que cada uno de mis largos dedos se marcaran en su piel, blanca y suave.
Algunas veces llego a creer que me estoy volviendo loco y no logro entender el por qué, incluso
cuando duermo en mis sueños aparece su esbelta figura.
Detesto la forma en la que me mira y también como cada vez que trato de deshacerme de él, se
escapa, sin un rasguño. Estaría complacido de arrebatarle el último centímetro cuadrado de
oxigeno de su organismo y mirar como esa blanca piel se vuelve pálida icterisica y la luz de sus
ojos desaparezca; al principio que lo pienso me parece la idea más maravillosa del mundo,
pero cuando lo mismo vuelve a mi mente; razono que esta mal, por que ya no podría mirar ese
par de ojos que en un principio me parecen rubíes y al otro instante son tan brillantes y
bonitos como estrellas que jamás podrán estar a mi alcance.
Desearía recorrer con mis manos esa piel blanca y lechosa, para después desprenderla a
rasguños de su figura, desgarrarla como si fuera tela y hacer hilos de ella.
Desde el momento en que me fije en Izaya mi vida se trincho. Ahora solo vivo para el, para
destrozarlo, este es mi amor hacia Izaya, ni siquiera yo logro entenderme, lo odio de
sobremanera e imagino que él solo se divierte al verme desesperado.
Cada vez que siento a Izaya cerca, un nudo en mi garganta aparece y cuando lo visualizo mis
intestinos se revuelven y siento como si el nudo de mi garganta se apretara más y más.
Últimamente me he sentido muy nervioso y no solo es el hecho de que, hace uno pocos días
mi sueño se hizo realidad, estuve a punto asesinar a Izaya, o al menos eso fue lo que yo creí,
por que justo después, desperté recostado en mi cama, las sabanas estaban desarregladas y
había un ligero tono rojo pintado en una de ellas, luego me di cuenta qué el herido era yo;
sospecho debí golpearme mientras dormía.
Me gustaría humillarlo, poner un cuchillo en su cuello, y rasgar con la punta parte de esa tela
que cúbrelos músculos, y que suplique mi perdón, puedo imaginarlo diciéndome con esos
cálidos y húmedos labios que lo deje ir, que lo excuse, puedo sentir su respiración agitada
golpeando mi rostro, percibir como su corazón se acelera y escuchar el golpeteo de su corazón
contra su pecho, retumbando de temor; pero estoy seguro que eso jamás sucederá, Izaya es
demasiado orgulloso y arrogante como para dejar humillarse por mi, antes de eso me pediría
que tomara su vida, al verse en esa situación.
La ultima persona que Izaya aprecie en este mundo, la que va a hacer que la sangre de sus
venas deje de transitar por ellas, esa persona seré yo, escuchare el ultimo latido del musculo en
su tórax que jamás me entregara, y auscultare su ultima respiración saliendo de sus pulmones
embistiendo mis oídos , me apoderare de la luz en sus ojos y la guardare dentro de mi alma, la
ultima imagen que mire será mi rostro, lo ultimo que sienta serán mis manos y dedos
alrededor de su cuello y al final lo ultimo que escuche saldrá de mi boca.
